Venir al mundo con la discapacidad de oír, es estar en un inmenso silencio donde toda acción en tu entorno no tiene el preciado complemento del sonido, pero cuando tus familiares realizan cosas extraordinarias por tu mejora médica, es en ese momento cuando los resultados de ese esfuerzo incondicional se traducen a que logres percibir ruidos que hay a tu alrededor, denotando una sensación mágica. Esta es la conmovedora historia de Amy, quien nació sin la capacidad de poder escuchar, pero 26 años después lo logra.
Sus familiares afirman que con las terapias continuas que desarrolla, Amy está mejorando progresivamente, además, ella se muestra muy feliz cuando cada día aprende algo nuevo, así como poder pronunciar las primeras palabras debido a que estaba muy acostumbrada a comunicarse con los gestos. Y por cierto, Amy tiene un diploma universitario y título de su escuela secundaria.
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